domingo, 25 de marzo de 2012

Todo se mueve



Todo se mueve a mi alrededor, lo siento. El tiempo ya no es el mismo que el del principio de la frase, ni tampoco es ya éste en que tú lees lo que escribo. La Tierra gira y me hace viajar por el espacio que también es inaprensible. Mi cuerpo nunca está quieto, se regenera y se degenera sin hacer ningún esfuerzo, sin pensarlo. La mente, en continuo devaneo, me dice que ya no soy la misma mujer pero que tampoco soy otra. Hay un hilo liviano que me une a esa parte de mí que permanece acurrucada y que me hace yo. 

Puedo estar sentada escribiendo y, cuando quiero, desconectar para permitirme un sueño, que a lo mejor es el tuyo. No desesperes porque todo se mueve ya que, como también les ocurre a los deseos, puede que en algún instante colisionen creando así uno nuevo, el nuestro.

Todo se mueve y me gusta. La savia recorre la primavera oculta entre los árboles, los perfumes serpentean para que podamos recordarlos y el aire lleva de todo a sus espaldas: voces, silencios, aromas y sabores por donde quiera que vaya. Cierra los ojos y velo. 

Todo se mueve y sin embargo encaja.

Imagen:"Huyendo"
Foto ganadora del juego del Tema del Mes de Febrero de 2009 - Sensación de movimiento
Autor: hombre_invisible http://www.fotolibre.org/displayimage.php?album=260&pos=16// CC BY-SA

sábado, 10 de marzo de 2012

Siete diferencias




Ver llover en Murcia se está convirtiendo en un hecho casi tan raro como ver nevar, pero a veces se produce el milagro como esta tarde. Me he dado el gustazo de caminar tranquilamente bajo la lluvia, en la lluvia. Me he puesto la capucha del chaquetón y he andado como si no me esperara nadie, sin prisas. Mientras lo hacía observaba a la gente y se me ha ocurrido este juego, el de las siete diferencias llevado a dos relatos sobre el mismo hecho: Llueve.
 
"¿No me digas que está lloviendo? ¡Vaya m...! ¡Qué mala suerte que tengo, de verdad, y justo hoy que he aparcado en la otra punta! Razón tiene mi santa madre cuando me dice que siempre se me ocurre lavar el coche y salir cuando va a llover. Y el paraguas, cógete el paraguas, nena y yo que no que aquí nunca llueve y si le da por caer son cuatro chispas de na', mamá. Me estoy calando hasta la médula, y qué necesidad tenía yo de quedar hoy, total pa comer unas tapas caras y desabrías. Y mira ésa la cara de flipa' que lleva, debe estar un poco para allá, con la capuchica y la sonrisica guay. ¡De verdad que te digo yo que hay cada uno que...!"

"¡Cómo huele la ciudad mojada! El sonido de la lluvia sobre la ropa es rítmico y parece como si las gotas se hubieran puesto de acuerdo para seguir el mismo compás, tac, tactac, tac. Mejor no lo pienso, lo siento. La catedral recibe otra vez más la lluvia como desde hace siglos, dejándose acariciar desde el cielo al contrario que nosotros que corremos despavoridos como si nos fueran a morder o nos diera mucho miedo. Tantos años de “notemojesqueteponesmala, nopisesloscharcos, llévateelparaguas” los voy a tirar hoy por la borda. Simplemente mientras paseo me dejo mojar con una ligera sonrisa de pilla, la de la niña a la que no le dejaron aprender a disfrutar de la lluvia. Ha parado y la luz es ahora más limpia, el verde más verde y los otros vuelven a sus quehaceres también con prisa, ¿no se cansan nunca?”

No me he parado a contar y al final no sé si son siete las diferencias, aunque no importa. Tampoco pongo en duda que la lluvia en Sevilla sea una pura maravilla, pero es algo que ocurre en más sitios, os lo aseguro.

Foto de mxgirl85's photostream "Rain" http://www.flickr.com/photos/13013135@N00/5879848337/sizes/m/in/photostream/ CC BY

martes, 6 de marzo de 2012

Como Bambú

Microrrelato

«Cuando conseguí acallar mi mente, fui capaz de escuchar el silencio y confundirme con él. Perdí la sensación de corporalidad: no frío, no calor, no latidos. Sólo la inmensidad y yo o yo-inmensidad» le decía el maestro a su discípulo. Aquel pequeño Buda, con la cabeza rapada y el brillo de todos los soles concentrado en los ojos, no comprendía pero estaba tan atento que nadie hubiera dicho lo contrario. Sus esfuerzos por entender le hacían parecer mayor envuelto en aquellas telas de vivos colores que lo desdibujaban entre sus pliegues. 

Desde que ingresó en el monasterio, 竹(**) había despuntado por su inteligencia y humildad. Se adaptaba a la rutina estricta de los monjes y no lloraba, entre mantra y mantra, como solían hacer a escondidas los otros novicios. Sorprendentemente parecía sonreír siempre, en un estado de concentración que causaba la admiración de los que lo rodeaban. Había aprendido muy bien a ser como el bambú, flexible y fuerte a la vez, que no llega nunca a romperse y recupera, tras la tormenta, su elegancia natural, como si nada. 

La primera lección, la que decía: «En el río, sé agua» la comprendió al instante porque su cuerpo diminuto sabía lo que era pasar a través de los espacios más reducidos para encontrar comida para los suyos y salir de nuevo sin ser visto, como si nada. Además, aunque tampoco entendía muy bien lo que hacía entre aquellas columnas maldurmiendo y despertando a deshoras, decidió que siendo agua se estaba mejor que convertido en bloque de hielo. Se estaba más caliente en invierno y siempre encontraba algo que llevarse a la boca gracias a la generosidad de las buenas gentes. 

Ser el menor de los hermanos varones le brindó esta oportunidad y cuando le salió al paso, él, sin pensarlo y sin saber lo que cambiaría su vida, se dejó convencer a la primera porque cualquier cosa era mejor que nada. No se tiene miedo cuando queda poco que perder y cualquier brote de hierba se confunde con una primavera entera.

No recibir noticias de su familia en aquella montaña donde lo único que llegaba a veces era el eco, no le preocupaba y, como no se podía permitir desperdiciar los pocos ratos de sueño de cada día, cuando caía en su jergón, simplemente dormía, como si nada.

Al cabo de los años, olvidó el regazo de su madre y el olor de la lumbre en el pelo enmarañado de sus hermanos e incluso sus caras familiares pasaron a ese lugar de la memoria en el que los recuerdos dejan de existir. Pero Take siguió dejándose mecer por el viento, como si nada.


(**) En japonés: Take (Bambú)

Imagen de luispabon titulada "Sin vértigo" http://www.flickr.com/photos/luispabon/1341776149/sizes/s/in/photostream/CC BY-NC-SA