miércoles, 10 de junio de 2015

En el caparazón

Salir del caparazón
y ver que no hay nada
ni un destello de lo que fue.
Al fondo del salón,
arrinconada, la lluvia
inunda los espacios
donde creamos sueños.
En la inmensidad del tiempo
tú, un simple recuerdo
que aun efímero perdura.
Salgo de mi caparazón
y no hay nada,
ni fuera ni dentro.

Conversaciones con el tiempo (4)

Hoy el tiempo me dice que puedo empezar el resto de mi vida, estoy preparada.

jueves, 4 de junio de 2015

Conversaciones con el tiempo (3)

Hoy el tiempo me sonríe, dice que aunque pasa por mí, sigo guapísima. Sé que miente o al menos mentirá algún día.

Son del mar


Las reservas de calor para el verano se estaban agotando y en el poblado nos preparábamos para el cargamento de frío que se avecinaba. Los mayores habían trabajado duro guardando provisiones para el invierno. El mar era nuestro recurso natural y a él le dedicábamos las dulces noches del verano para sacar los víveres que luego salábamos al sol.

Yo era aún una niña y disfrutaba tanto del calor como la cigarra del cuento. Cantaba, sesteaba y esperaba las barcas que traían su cargamento brillante a la orilla. Mi misión consistía en separar los diferentes tipos de peces y demás criaturas marinas al vaciar las redes. Aunque ya lo hacía con rapidez, al principio me supuso un verdadero quebradero de cabeza. Muchos “esoesunasardinaynounboquerón” hicieron falta para que mis manos se volvieran cada día más ágiles.

Los vientos del norte esperaban escondidos buscando el mejor momento para entrar en escena y yo, sola en la playa, veía como las barcas, bien amarradas, se mecían suavemente preparándose para las duras tormentas del invierno. En mis juegos infantiles conversaba con ellas y me decían: “Somos del mar”. Y yo sabía que las más viejitas, ésas que tanto crujían, no se equivocaban pues no volverían a separarse de él nunca más a la llegada del próximo verano. 


Foto de mi amigo César Cerón