viernes, 8 de abril de 2011

Lo que no decimos...


Lo que no decimos, lo que callamos se queda dentro y se convierte en lastre. Hay tantas ideas que reprimimos, tantos gestos que quedan sepultados por el miedo y las convenciones  que a veces, muchas veces, no sabemos si nuestra relación con la realidad es la correcta y por supuesto la menos dañina y fraudulenta. Has de ser lo que te han dicho que tienes que ser, dar la respuesta esperada en todo momento y además no salirte de la norma: la espontaneidad está mal vista y, si te ven acompañada de ella, ya sabes, dime con quién andas…

Cuando comparas lo que expresas con lo que piensas, te sientes como el iceberg que saca a la superficie la mínima parte de su ser para poder mantenerse a flote. Aunque se mueva por aguas cálidas, él se empeña en su frialdad, porque le han dicho que los cambios de temperatura no le van a venir bien. Con esa misma rigidez nos movemos por miedo a desconfigurarnos o a que la imagen que los demás tienen de nosotros se vea perjudicada.

Yo, sinceramente, no quiero ser iceberg. Prefiero ir derritiéndome llevada por la corriente para dejarme modelar por ella y volver a ser lo que me conforma, agua. El agua del ciclo de la vida: la que corre, cae, salta, acaricia, refresca, reconforta, fluye... E  incluso aquélla que se convierte en iceberg  para volver a empezar de nuevo.

1 comentario:

  1. Hola Luz, he visto que te has pasado por mi blog, y te devuelvo la visita. ¡Qué actividad!, ¡qué frecuencia de publicación!, no paras..., yo tampoco quiero parar ni guardar para luego cosas que me gustaría decir: yo también quiero derretirme y dejarme llevar por la corriente..., eres como mi voz, expresas lo que yo siento..., sigue así.
    Besos.

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