jueves, 10 de mayo de 2018

Tiempo de jacarandas



Recorrer las calles desiertas
acompañada de jacarandas
diciéndote verdades lilas
que solo ellas saben.

Un mundo paralelo
es posible
entre hileras de árboles
que mecen sus flores
como los cinco lobitos.

Cosechar este (c)olor
a manos llenas
parece alcanzable
hasta que su belleza se hace líquida
y se escapa entre los dedos.

Queda entonces
el aroma de lo que fue
y volverá a ser
en la próxima estación.

Hace bueno en mi corazón,
las jacarandas lo saben.



Foto: BdB

martes, 8 de mayo de 2018

Woman

Allí estaba en su cuerpecillo a medio hacer, con los 14 años, escuchando una canción que no comprendía pero que estaba llena de todo lo que quería ser. Woman de John Lennon. Eran los años 80 y muy lejos de la movida madrileña nacían músicas para siempre.

Nunca había dado inglés y aquella letra era endiabladamente incomprensible para ella. Solo la palabra woman y I love you le eran familiares. La escuchaba mientras soñaba y bailaba a escondidas. Era su secreto. Bajaba a la habitación donde estaba olvidado el tocadiscos y cogía el vinilo con devoción. Antes de oírla sentía la pequeña emoción del que va al encuentro de un amigo de siempre. Empezaban los primeros compases y cerraba los ojos para que la voz de John le hablara al oído. La ponía una vez y otra hasta que se sabía la letra de memoria. La cantaba con energía como el que entona un himno. La única pega era que seguía sin entender ni papa.

Hicieron falta años hasta que consiguió aprender un poco de la lengua anglosajona para que la letra se fuese recomponiendo en su mente como un puzzle. Fueron llegando palabras que daban cada vez más sentido a un mensaje que ya comprendía con la emoción desde la escucha uno. Los fragmentos no la decepcionaron, al contrario, le decían que siempre la había entendido.

Aquella era y es su canción aunque tan solo llegó a comprenderla cuando ya era toda una “woman”, de los pies a la cabeza.


A mano

Seguir escribiendo a mano como antaño. Con la sensación de que lo que escribes es para siempre. Que un error también quedará ahí y dará parte de su encanto al texto. No hay corto y pego, ni cambio esta palabra de sitio. No hay corrector que borre los fallos o palabras que buscan un lugar a toda costa, sin darse cuenta de que a veces emborronan un texto. Escribir a mano es como la vida.