jueves, 30 de junio de 2022

UNO


Aquel planeta se llamaba UNO, y no tenía nada que ver su orden dentro de la galaxia a la que pertenecía. Era mucho más sencillo que eso, o tal vez más complicado.

En UNO todo era único e igual. La comida sabía idéntica: un solo sabor, aroma, color, textura, … Era tan uniforme que no se distinguía el cielo de la tierra, el pan del vino, una flor de otra. Sus habitantes se movían en un espacio que no tenía referencias, no sabían si iban o venían. Habitar un caos que nadie podía llegar a desenmarañar. El mismo corte de pelo, el color de ojos, la nariz. No saber con quién hablabas ya que todes tenían el mismo timbre de voz…

Cuando llegué, en uno de mis viajes interestelares, no descubrí la vida allí en un laboratorio sino que me choqué con un ser que caminaba por una calle invisible para mí.


                                                                  Gracias a la diversidad, a todo lo que nos rodea y que nos llena de luces, sabores, colores, matices irrepetibles. 

jueves, 11 de noviembre de 2021

Esa mujer

 


Una mujer que nadie conoce,

una perfecta extraña

con la que camino de la mano

o más bien con el corazón.

Me gusta su fuerza

que tira de mí

y nunca me desatiende.

Está incluso más presente

en las épocas complicadas.

Ella no se reconoce valiente,

sin saberlo, lo es.

Le agradezco su ánimo,

apoyo y amor incondicional.

Nunca me abandonará.

No me lo ha dicho,

no hace falta.

jueves, 30 de septiembre de 2021

Cúrame viento

Con cada respiración

se llena de vida la vida.

Permanecer erguida 

ante los envites del viento.

Hacerle frente con la mirada fría,

y el corazón al descubierto, 

sin escudos protectores.

El acantilado está tan cerca 

que oigo sus bramidos

e invocan mi nombre.

Es un eco que resuena

                          desde el principio 

de los tiempos

y al que hago oídos sordos.

Ruge y a veces susurra

engatusando como una sirena.

"Nada, nada", eso me dice.

Y yo comprendo "Vacío".



El título del poema está sacado de la canción "Sargento de hierro" de Morgan. Recomendada por mi amigo Antonio.

La foto es de BdB

sábado, 26 de junio de 2021

Cantidades

 



¿Cuántos árboles son un bosque?

¿Cuántas gotas, una tormenta?

¿Cuántas estrellas, una galaxia?

¿Cuántas palabras son un poema?



martes, 13 de octubre de 2020

Playa de la Isla



Recuerdo cuando fui por primera vez al mar. Tendría unos 8 años. Como vivíamos en el interior hacía falta levantarse muy temprano. Emprendimos, aún de noche, una aventura que nos llevaría a un sitio que solo había visto desde los ojos de otros. No podía imaginarme allí realmente. Éramos 7 herman@s y nos acompañaban unos amigos que eran como de la familia. En unos Citroën 2CV, el coche de moda de la época, costaba subir el puerto de La Cadena y, viendo que se quedaba frenado, movíamos el cuerpo hacía delante intentando impulsarlo desde dentro. 

El olor a mar llegó antes que la playa. Algo que no había sentido antes se movía en el aire. Intentaba relacionarlo con algún recuerdo para poder archivarlo correctamente, pero nada, tenía entidad propia. Así pues, abrí una sección nueva en mi memoria, en la letra M: MAR. No solo mi olfato descubrió algo nuevo ese día, también mi gusto. Lo primero que hicimos fue probar el agua a ver si estaba salada. Reímos al hacerlo pues no nos habían engañado, ¡A veces nos venían con cada cuento a los niños...!

Nuestra vista también se quedó sorprendida ante esa cantidad de agua que se movía sobre sí misma y no se salía del hueco en el que estaba. Deseábamos seguir investigando y nuestros ojos querían ver el fondo marino, como en los documentales de Cousteau. Claudicamos pronto al notar la salinidad del agua que superaba con mucho el efecto del cloro de la piscina, ante el que estábamos inmunizados. 

Escuchar las olas también fue una grata experiencia. Ese sonido rítmico y arrullador rompía contra las rocas y los cantos rodados una y otra vez sin mostrar el más mínimo cansancio. ¿Era el corazón de la tierra? 

Pero claro, no todo podía ser perfecto... cuando vimos que la orilla era de piedras de varios colores... se nos desvanecieron de golpe todos los castillos de arena que se quedaron en el aire. 

Hoy he regresado a esa playa, después de varios decenios. La he visto pequeña. Los recuerdos se han agolpado en forma de imágenes brillantes, sonrisas cómplices con mis padres, olores y sabores de merienda casera, sol y agua salada, y he comprendido todavía más cuánto amor me ha traído hasta aquí de nuevo. La vida es una ola que va y viene a la orilla de vez en cuando para que desde allí comprendamos lo afortunados que somos de poder navegar en ella. 


A mis padres, esos seres maravillosos que siempre están en mí. Gracias.

sábado, 26 de septiembre de 2020

Tímidamente

Llegas envuelto del olor de la mañana
y yo te respiro a manos llenas.
Hoy mi timidez se ha quedado en casa
como te prometí ayer.
Sé que estará un poco enfadada
por no ver tu sonrisa,
ni sentir las caricias
que no nos regalaremos...
La tuya sí que te acompaña
y me mira recelosa.



lunes, 14 de septiembre de 2020

Día de margaritas



Una brisa suave se mueve en la planicie y trae aromas de todas las primaveras. Es un día soleado, lleno de luz, la temperatura perfecta. La alegría de los reencuentros envueltos en vestidos nuevos de todas las gamas de colores se escuchan aquí y allí. Cada cual se ha esmerado para celebrar esta boda. Ellos, los afortunados, todavía no han llegado y nos dedicamos a ponernos al día, a decirnos lo afortunados que somos por estar en esta fiesta e incluso a hacer fotos que intenten grabar en papel instantes irrepetibles. Suena la música y llega él, acompañado de una madrina espectacular, a lo Hollywood de los años 50. Estamos inquietos, la felicidad también pone nervioso. Cuando llega ella, todos enmudecemos o gritamos, ¿quién se acuerda? Se desliza por la alfombra como llevada en volandas. Rodeada de margaritas, miles de margaritas, no cabe la menor duda de cuál es la respuesta. 

A mis amig@s E. y P. por compartir tanto sin pedir nada a cambio.

A M. por estar ahí, cerquita.

miércoles, 17 de junio de 2020

Enamorarse a ciegas


Aquel día no comprendía cómo podía haber estado tan ciega para enamorarse como una idiota de ese hombre. Si se hubiera parado a pensar casi nada en él le agradaba: ni el tono de su voz ni sus gestos extraños, tan exagerados que la sacaban de tino ya en la primera cita. Sin embargo había algo más fuerte que ella que la dejaba sin fuerzas para remar a contracorriente. Su femineidad olvidada, el tiempo sola, sus ganas de gustarle a alguien superaron lo que era evidente a los ojos.

Empezó a quedar con él porque necesitaba que la acariciaran, la miraran con deseo, le dijeran cosas bonitas al oído. Eso él lo hacía muy bien. Se mostraba tan seguro y tan romántico a la vez que no había forma de dudar. Los primeros días fueron de mariposas en el estómago, aunque solo fueran en el suyo, como más tarde sabría. Ambos buscaban los momentos para verse y, cuando lo hacían, se les veía a gusto juntos. Le excitaba su cuerpo de hombre suave, que él exhibía con la naturalidad que da saberse deseado. Lo acariciaba con deleite, con ternura y a veces con la premura del tiempo que se nos va. Nadie sabía que estaban juntos y eso les daba más morbo si cabe. Al principio le parecía bien no conocer a nadie de su entorno pero al poco tiempo se dio cuenta de que ella no era importante para él. No quería que entrara realmente en su vida. Empezó a notar que los mensajes en su móvil bajaban de intensidad y se distanciaban en el tiempo. Ella no quería forzar nada pero a la vez no quería que se acabara. No tan pronto al menos. Esperó pacientemente a que se encendiera la luz de la pantalla hasta que de repente un día supo que ya no volvería a recibir nada suyo. Ni siquiera un buenos días de cortesía. 

Se sintió abandonada, engañada, utilizada. Desde su mente de mujer educada en la moralidad de los años 70/80, donde tener relaciones era sentirse sucia, no podía evitar verse manchada. No estaba bien visto tener placer y había que reprimirse. Ser la chica buena que no había roto un plato ese era el quid de la cuestión. El sexo no era importante, bueno sí, solo para los hombres. Ellas, las mujeres, no tenían derechos sexuales, como los llamaba ella ahora. Y si miraba a la historia de las mujeres de las que descendía, la situación era todavía peor. 

Le daba rabia que sus pensamientos no coincidieran con las creencias que había adquirido de niña y adolescente. Su mente era liberal y sentía su cuerpo listo para disfrutar de él, pero a la vez su sentimiento era de culpa al hacerlo. Aquella relación fugaz sacó todo esto a la luz y le demostró una vez más que algo no funcionaba bien. Pensamientos, palabras y acciones iban cada uno por su lado y le impedían creer a ninguno de ellos. Pensaba que era liberal y no lo decía. Actuaba como liberal y no lo sentía o incluso decía que era muy abierta en sus relaciones pero no se comía una rosca. Vamos que era tres mujeres en una o una mujer perfectamente separada de cintura para arriba y para abajo. Aprender de los errores a base de no darse cuenta al principio de que estaba metiendo la pata. Ir a ciegas hasta que de repente se la pegaba de bruces contra el mismo muro, que no era otra que ella misma. El amor es ciego dicen. Para ella que empezaba a abrir los ojos después de tanta torta gratuita, lo irreal no era lo que no veía en el otro, sino lo que no veía en ella misma. Sus falsas expectativas, sus propias lagunas emocionales, sus parches bien camuflados en la piel, sus sueños rosas de niña buena, … surgían ante ella tras cada ruptura. “Esta vez aprendo la lección” se decía a modo de mantra, hasta que volvía a aparecer el príncipe azul, a veces un poco desteñido, y las mariposas la dejaban sin respiración y le nublaban la vista.  

A todas aquellas mujeres que siguen/seguimos luchando para que nuestros cuerpos sean reales y nuestros deseos también, sin más.

Foto de PY. Gracias.

viernes, 5 de junio de 2020

Luciérnagas




Las luciérnagas eran la señal. Ya quedaban pocas y era una rareza descubrirlas. Nunca había pensado en estos pequeños seres hasta que tú empezaste a llamarme así. Primero, me fijé en la palabra y luego en el sentido que tenían sus capacidades innatas. Una luciérnaga tiene luz propia y no necesita de nada exterior para brillar por sí misma. No tiene tampoco que hacer esfuerzos para ello, le es natural porque sale de dentro, al igual que respira o que siente el olor de la primavera. Has tenido que irte para que me dé cuenta de lo que me querías decir, después de tantas horas de conversaciones, de correos,... la respuesta a todo estaba en mi interior. Nunca me quisiste dar las claves porque confiabas en mí para descubrirlas. Sabías que llegaría el día en el que, de repente, comprendiera lo que es invisible y sin embargo se puede ver. Sí, todo está en mí y al mismo tiempo soy una parte del todo. No hay cortes, ni muros de metacrilato entre la inmensidad y yo. Siempre decías que estábamos conectados y ahora comprendo que lo vamos a seguir estando pase el tiempo que pase. No noto tu vacío porque no lo hay. Seguiré serena aprendiendo a tu lado y confiando en mi luz y en la de los demás. Amor incondicional y atemporal. Gracias.

A mi maestro. Sin ti no sería la misma.



Foto de Barbara Ann Lane. Descarga gratuita. Gracias

lunes, 29 de abril de 2019

Presiento que la noche ha acabado, no veo la luz del alba todavía y sin embargo escucho que el sol se va acercando. Es un murmullo tan solo, casi imperceptible. No todos pueden oírlo. Es como el roce de los dedos en las hojas recién nacidas de los árboles. Las quieres tocar y a la vez te da miedo dañarlas en su ternura. La noche ha sido larga, muy larga, ya no me acuerdo ni cuándo empezó. He caminado por ella a ciegas, con la esperanza de avanzar hacia una salida. Tal vez hay más de una pero de momento no doy con ella. En esta ceguera no logro ver más allá de mí misma y a veces paso por alto lo que me rodea. Hago esfuerzos por estar. Abro y cierro los ojos en un intento de aclarar la vista pero no logro centrar la mirada. El oído parece también haberse perdido entre tanta oscuridad. Me escucho y al mismo tiempo deseo percibir lo que ocurre en el exterior. Aunque muchas veces lo consigo, en algunas ocasiones tan solo percibo un blablablá imposible de traducir.

La posibilidad de que la noche acabe me llena de luz por dentro, se me ilumina la cara y el alma. Si me pudiera ver tal y como estoy en un espejo empezaría a creer que es posible. 
El tiempo se ha parado en una noche que no deja pasar a través de ella ni un segundo porque no quiere acabarse. Se resiste, va hacia atrás a veces y me deja exhausta, remando en sus aguas oscuras y espesas.
Aun así me mantengo a flote, haciendo el muerto a ratos para no pensar ni tener que moverme.

El sol se acerca, lo sé, siempre lo hace desde la noche de los tiempos, ¿por qué habría de abandonarme a mí a la deriva? Me refugio en un rincón y escucho la música que me hace sentirlo dentro y que a modo de invocación lo traerá. Me viene una canción infantil catalana: "Sol, solet, vinc'm a veure, vinc'm a veure..." Y como una niña en el patio del cole, espero que suene la campana de la salida para volver a casa. 

jueves, 10 de mayo de 2018

Tiempo de jacarandas



Recorrer las calles desiertas
acompañada de jacarandas
diciéndote verdades lilas
que solo ellas saben.

Un mundo paralelo
es posible
entre hileras de árboles
que mecen sus flores
como los cinco lobitos.

Cosechar este (c)olor
a manos llenas
parece alcanzable
hasta que su belleza se hace líquida
y se escapa entre los dedos.

Queda entonces
el aroma de lo que fue
y volverá a ser
en la próxima estación.

Hace bueno en mi corazón,
las jacarandas lo saben.



Foto: BdB

martes, 8 de mayo de 2018

Woman

Allí estaba en su cuerpecillo a medio hacer, con los 14 años, escuchando una canción que no comprendía pero que estaba llena de todo lo que quería ser. Woman de John Lennon. Eran los años 80 y muy lejos de la movida madrileña nacían músicas para siempre.

Nunca había dado inglés y aquella letra era endiabladamente incomprensible para ella. Solo la palabra woman y I love you le eran familiares. La escuchaba mientras soñaba y bailaba a escondidas. Era su secreto. Bajaba a la habitación donde estaba olvidado el tocadiscos y cogía el vinilo con devoción. Antes de oírla sentía la pequeña emoción del que va al encuentro de un amigo de siempre. Empezaban los primeros compases y cerraba los ojos para que la voz de John le hablara al oído. La ponía una vez y otra hasta que se sabía la letra de memoria. La cantaba con energía como el que entona un himno. La única pega era que seguía sin entender ni papa.

Hicieron falta años hasta que consiguió aprender un poco de la lengua anglosajona para que la letra se fuese recomponiendo en su mente como un puzzle. Fueron llegando palabras que daban cada vez más sentido a un mensaje que ya comprendía con la emoción desde la escucha uno. Los fragmentos no la decepcionaron, al contrario, le decían que siempre la había entendido.

Aquella era y es su canción aunque tan solo llegó a comprenderla cuando ya era toda una “woman”, de los pies a la cabeza.


A mano

Seguir escribiendo a mano como antaño. Con la sensación de que lo que escribes es para siempre. Que un error también quedará ahí y dará parte de su encanto al texto. No hay corto y pego, ni cambio esta palabra de sitio. No hay corrector que borre los fallos o palabras que buscan un lugar a toda costa, sin darse cuenta de que a veces emborronan un texto. Escribir a mano es como la vida.









lunes, 16 de octubre de 2017

A ciegas




Permíteme que lea tu piel
a oscuras
como el que se pierde en la noche.
Déjame que respire tu aire
con deleite
como el que huele a su infancia.
Así, a ciegas, sin verte
desdibujando la oscuridad
para recreARTE con mis dedos.

viernes, 6 de octubre de 2017

Luz


La luz del día compensa su ausencia durante la noche. Ahora aprovecha para regarlo todo, haciéndolo real.
Poco a poco se abre la puerta del cielo y empieza a entrar en el mundo con sigilo, como si tuvieras los ojos entreabiertos y no lograras ver con nitidez. Es tan sutil que aún no sabes si ha acabado la noche o si es tu deseo de que así sea. Vuelves a cerrar los ojos para dejarle tiempo, para hacerte la dormida y que se confíe y renazca sin ser observada.
Ahora, a pesar de su timidez, se ha decidido a conquistar cada recoveco oculto como si fuera nuevo. Vuelves a cerrar los ojos y anochece. Lo puedes hacer tantas veces lo desees, una, dos, cinco, mil. A la luz del día no le importa que la ignores. Sigue ahí permitiéndote ver sin verla. A la luz del día le daría igual que la mañana quisiera ser noche. Ella es y está por encima de nuestros deseos. No le preocupa la noche como a ti, como a nosotros que dormimos apretados en nuestra guarida añorando y detestando su llegada.
La luz del amanecer toca tu cuerpo y yo no puedo dejar de mirarlo. Ahora no quiero cerrar los ojos, espero que tú los abras para que empiece sin ninguna duda el día. En el horizonte de tus ojos comienza el mundo. Allí y no en otro sitio.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Vuelta al mundo



Calculo que la suma de nuestros besos da varias veces la vuelta al mundo. Todo se reduce a eso: centímetros de nuestras bocas que recorren distancias inmensas en nuestros cuerpos. Una vuelta al mundo es igual a 571.428.571 besos. ¿Te parece caro el pasaje?

viernes, 29 de septiembre de 2017

Amig@s



Te suceden cosas después de las cuales ya no eres la misma. Ni mejor ni peor, otra nueva versión de ti. Afecta por dentro y por fuera. Normalmente sale por los ojos y se plasma en la serenidad en el rostro y en los gestos. Tengo muchos amigos que, a pesar de nuestras edades, siguen creciendo. No importa el paso del tiempo, incluso ahora son más guapos que cuando los conocí. Hay un grupo de seres que tira de los otros; sus ganas de ser su mejor versión crea tendencia y arrastra al resto a buscar en ellos mismos. Yo tengo que reconocer que siempre he estado en búsqueda y eso nos une fuertemente. De ellos aprendo, recibo cariño, ideas y mucha aceptación. Son personas positivas que dan sin saberlo. Cuando estás con ellos sabe a poco y a mucho a la vez.
Amigos que te miran a los ojos y que escuchan con paciencia y atención lo que quieres compartir. Amigos que respetan tus silencios tanto como tus palabras. Que no se meten donde no les llaman y no te enjuician. Amigos que creen en ti y se abren de par en par para que veas que no hay trampa ni cartón. Son así, sin más.
Ellos saben quiénes son y quiero seguir creciendo a su lado. Hasta que nos hagamos viejitos por fuera pero disfrutadores por dentro.

Gracias por hacerme un sitio en vuestros corazones llenos de amor infinito.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Nubes




Nubes que contienen la vida
inundan el cielo
de un caleidoscopio dinámico
que nunca repite vestido.
Blancas, naranjas, grises
Una, cinco, mil
Y tú embobada
proyectando imágenes,
imposibles a veces,
perfectas siempre.
Nimbos enormes
evolucionan en la tarde
y permanecen callados
observando cómo los miras.
Son seres de otra galaxia
tan vivos como yo.
Nubes perdidas en un manto azul,
vagan erráticas hacia su destino.
En su travesía despliegan
su librea amorosa
para levantar envidias.
Yo quiero ser nube
y viajar sin rumbo
sin billete,
sin nada,
más que yo.
Yo quiero ser nube.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Conversaciones con el tiempo (10)




Hoy el tiempo se ha quedado dormido a mi lado y solo escucho el tictac de su corazón. Hasta dormido avanza.

Foto BdB

sábado, 24 de diciembre de 2016

Conversaciones con el tiempo (9)



Hoy el tiempo me dice que lo he perdido. Que todo este ...... no has estado ahí. Yo veía un espejismo.

Foto BdB

viernes, 23 de diciembre de 2016

jueves, 22 de diciembre de 2016

Conversaciones con el tiempo (7)



Hoy el tiempo me dice al oído que no me engañe, que lo que siento es tan cierto como lo que tú no.

Foto BdB

miércoles, 21 de diciembre de 2016

viernes, 16 de diciembre de 2016

Hacia arriba


“El crecimiento no se puede parar”, esta frase vino tal cual en medio de la noche, y se quedó conmigo. Cuando imagino los pies doloridos de las japonesas de otras épocas, que a fuerza de ser vendados no crecían, comprendo mejor la envergadura de la frase. Eran pies bellos si los veías con el calzado puesto, pero verdaderas monstruosidades desnudos. 

Pensándolo bien, si evitara crecer, se producirían malformaciones que lucharían siempre por salir y, en su búsqueda de una salida, harían ver las cosas del revés, afearían la expresión de la cara o harían que nos reprimiéramos por no estar preparados para expresarnos. En muchas ocasiones he querido dejar de plantearme cosas, ocasiones en las que me digo: nopienses, quédatecómoestás, totalestásbienasí, y lo cierto y verdad es que lo consigo durante un tiempo. Pero cuando menos me lo espero, me sorprendo de nuevo en el camino buscando una salida para lo que lucha por crecer dentro de mí. Es una inquietud que me acompaña desde niña. Me recuerdo siempre buscando sentirme mejor conmigo misma y con los demás. Un buen día mi amigo C. me decía  que cuando se está en el camino, ya nunca se puede abandonar. Y es cierto: tal vez necesite de vez en cuando sentarme un rato en la cuneta a verlas pasar, a descuidar el crecimiento, a no vitaminarme ni mineralizarme, pero al final vuelvo a emprender la marcha hacía mí misma para conocerme y sentirme mejor. Inevitablemente cuando esto ocurre, noto que los que hay a mi alrededor también sonríen más, están más receptivos y abiertos. Mi crecimiento hace que los demás crezcan de manera espontanéa, y viceversa. Das y recibes, y recibes y das, sin saberlo. Esto es un no parar…

Los sistemas en los que vivo están en continuo cambio, me hacen crecer, aumentar la capacidad de recuperación, de disfrute,… Pero claro, esto será así siempre y cuando madure hacía arriba y vea lo positivo de las cosas. De lo contrario las experiencias pueden hacer crecer hacia abajo, escondiendo las raíces cada vez más profundamente, donde falta el oxígeno y la luz. Entonces cabe el riesgo de volverse tóxico para con uno mismo y para con los otros, arrastrando al lado oscuro a quien está cerca para reforzar así las propias teorías fatalistas. Te conviertes en el típico "dameunasoluciónquetedoyunproblema" que lo ve todo negro, que no entiende que rían alrededor.

El crecimiento no se puede parar, tengas la edad que tengas, seguirás progresando y desarrollándote si es eso lo que deseas. Bonito saber que tenemos un camino por delante a nuestra medida porque está hecho por y para nosotros, con sus áreas de descanso, peajes, curvas,  rectas... Yo lo tengo claro: cre(c)eré en el futuro.

sábado, 10 de diciembre de 2016

La otra orilla



Las olas de los recuerdos seguían llegando a esta orilla y se repetían en su oído como los ecos de las caracolas, idénticos cada vez aunque parezcan diferentes. Siempre enclavada allí, con las mismas olas y caracolas, como en un bucle infinito. En la otra orilla, al otro lado del estrecho, se veían luces de colores que marcaban, con sus estelas en el agua, el camino. Unas brazadas y llegaría a tocarlas. Los miedos también sabía que estaban a este lado y buscaba la manera de deshacerse de ellos antes de emprender la travesía. Quería partir ligera de equipaje, lo indispensable para ser ella misma. El lastre le estaba haciendo sentirse tan pesada que no creía que pudiera flotar. Empezó entonces a llorar todo lo que le había hecho daño, a mirar de frente a sus miedos, a romper las amarras que la frenaban a cada intento de volar,… nadie nos enseña a hacerlo y cuesta el doble estando sola. Son necesarios muchos capuzones para conseguir mantenerse a flote, pensaba. A veces, le fallaban las fuerzas, otras las ganas e incluso ambas. Y había ocasiones en las que no llegaba a imaginar que existiese la otra orilla ya que ni siquiera la percibía en las noches de luna llena. Era como una especie de ceguera selectiva que ella misma elegía para no salir de la zona de ¿confort? porque no quería saber nada más. Cada mañana se decía: puedeserhoy, pero de repente ya era ayer y no podía coger aquel barco. Se dormía con el firme propósito de cambiar al amanecer, de salir de la ¿cómoda? crisálida que la encorsetaba y le daba una forma prediseñada. Se daba cuenta entonces de que muchos de sus amigos ya estaban allí mostrándole el camino con señales de humo y bengalas, y que había otros que nadaban o hacían el muerto entre ambos lados porque les faltaban fuerzas. Mientras, otros tantos ni se plantean si sabían nadar. Pero ella lo tenía claro, sabía que no quería quedarse allí ya desde niña. 

Aunque le llevó décadas, una mañana de primavera, con el viento a favor, metió los pies en el agua, y un leve escalofrío le recorrió la espalda. Iba desnuda y parecía una sirena porque resplandecía. Suspiró y se sumergió mientras sonreía. De repente las olas iban en sentido contrario y la acercaban a la otra orilla, las caracolas entonaban sus canciones favoritas, esas que si las unes dan como resultado tú misma. No había miedos en el agua y se sentía más limpia a cada brazada. La llegada fue como pasar al otro lado del espejo, donde ya nada era un reflejo, sino la imagen primera sin luces artificiales ni filtros. Todo tan sencillamente real, tan realmente sencillo. La vida misma...




domingo, 4 de diciembre de 2016

Sobre la escritura



Esto de escribir tiene su parte de magia, yo así lo creo. No hay método, y cada cual lo hará de una manera diferente, que solo a él le funciona. La forma que de momento utilizo es la de la escritura espontánea. Empiezo anotando todo lo que me pasa por la cabeza sin pensar. Entonces, frases inconexas emborronan la pantalla del ordenador. Es algo así como cuando se vacía un bolso sobre una cama que sale de todo, no nos engañemos. Palabras sueltas, versos en busca de un poema, retales de canciones, … hasta que de repente, sin saber de dónde, surge un texto. 

Has echado la caña y, además de pescar la típica bota, esa que siempre aparece en los dibujos animados, notas que al final del hilo del sedal se mueve lo que andabas buscando a ciegas. La primera frase te resuena y hace que te centres en ella como un niño en su juguete nuevo. A partir de ese momento, todo parece más sencillo, pero solo lo parece. 

Ahora, si te concentras, van surgiendo otras ideas encadenadas, personajes que quieren salir del agua, sueños de una infancia que ni siquiera es la tuya, como la hebra que sale del centro de un ovillo. Tienes miedo de que sea demasiado corta o de que se rompa y no te lleve a ningún sitio y, por ello, tiras de ella con precaución. Te va contando cosas que tú misma no sabías que estaban tan bien organizadas en tu cabeza. Te sorprendes jugando con las palabras, las frases, los párrafos. Y la historia va creciendo ante tus ojos de forma natural, como un árbol. Hasta que de repente lo sientes, sientes que tu trabajo ha acabado y que cada palabra está donde quiere estar, en su sitio. Aunque eres tú la que lo construye, tienes la sensación de que el relato te ha utilizado para cobrar forma. Piensas que estaba esperándote en algún sitio de tu cabeza deseando salir a pasear, a un bosque de bambú o a una simple página en blanco. Y aquí lo tenéis, este recién nacido que se explica a sí mismo y a mí de dónde vienen él y sus hermanos. Ahora comprendo perfectamente cuando algunos escritores de reconocido renombre hablan de que para escribir hay que ponerse todos los días, rodeado de musas o no. Es la única manera, algo así como: comer, escribir y rascar, todo es empezar…

Y me voy, que este texto dice que ya no le hago falta.

Foto de BdB

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Yo decido

A donde mis decisiones me lleven

Todo lo que ha ocurrido, mis decisiones e indecisiones, me han traído aquí, a este sitio en el que estoy ahora. Del mismo modo que vivo en Murcia podría residir en otro país, con hijos que nunca conoceré porque no existirán como yo misma decidí cuando dije que no a alguien hace años. No sería la misma persona en ciertos aspectos porque mi experiencia vital sería otra. Tal vez iría teñida de rubio o vestiría de un modo que no me gusta desde la mujer que soy ahora. Mis amigos actuales no me conocerían cuando pasara a su lado por la calle. Da vértigo pensarlo fríamente.

Soy de las que cree que se puede cambiar y después de escribir esto, lo veo más claro aún. Lo que permanecería idéntico sería la familia, el origen, el idioma, es decir aspectos sobre los que yo no he tenido el poder de elegir. En lo demás, yo decido a cada instante y soy capaz de dirigirme a sitios que no habría pensado, dejándome llevar por la intuición. Afortunadamente algunos aspectos del carácter me unen a la niña que fui como un hilo invisible que me hacen reconocerme.

Imagino que al leerme estarás pensando cómo has llegado hasta este renglón. Todo, todo lo que hemos hecho, y lo que no, nos lleva al último sitio en el que nos encontramos. Puedes decidir seguir leyendo o tal vez no. Para ti que sí que sigues, te diré que me maravilla que todas tus decisiones te hayan traído hasta aquí. Muchas gracias por leerme. Yo también me voy ahora a hacer otra cosa. Hasta que nuestras decisiones nos lleven al mismo lugar.

Foto de BDB

martes, 29 de noviembre de 2016

Eso quiero yo



Las llaves que abren tus ojos
eso quiero tener.
El aroma de tu voz,
eso quiero escuchar.
La luz que dan tus manos,
eso quiero tocar.
El aire que mueves a tu paso
eso quiero perseguir.
Y, como diría la abuelita,
tu boca, para comerte mejor.
Eso quiero yo.

Foto de BdB

sábado, 26 de noviembre de 2016

Ser de agua y luz




Eres de agua y luz,
de noches y viento.
Dual e inaccesible,
me miras desde la cama
d e s h e c h a,
sin mediar palabra,
pidiendo más de lo mismo:
lenguas engarzadas 
nacidas en Babel,
vientres que se reconocen 
cuando se encuentran,
sonidos incomprensibles 
que significan deseo.
Y yo, callada, te observo
en esa selva de sábanas
acechando a tu presa. 
Ambos sabemos que soy yo,
pero no huyo.
Me acerco a ti,
dando un rodeo,
para dilatar lo irremediable...

Eres de luz y agua.
Yo te veo
y te bebo
a tragos dulces.



Dibujo de BdB

domingo, 20 de noviembre de 2016

Ya no estás



El tiempo de las flores marchitas en mi pelo parece ya lejano. Ahora en cambio prefiero mirarme reflejada en el agua del estanque de los nenúfares. El color rosa me queda tan bien al amanecer que he florecido como ellos. No me preocupa lo que no sucederá sin ti. Seré a pesar de no estar contigo, lo sé. De hecho ya soy aquella mujer que no lograbas ver, ni supiste amar sin medida. Miro mi reflejo, y aprecio en la mirada las lágrimas que derramé calladamente en el tiempo de las flores marchitas. Se han convertido en luz y hacen que brillen ahora mis ojos. Es hoy cuando siento que ya no estás en mí.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Mar sediento



Mar revuelto,
mar sediento,
lanzas y relanzas tu eco
hacia esta orilla intangible
donde me he parado a soñar.
Imagino que soy ola
en el mar abierto
y me pierdo por seguirte.
A cada brazada,
te alejas de mi sueño,
pero yo aún te escucho
en mi corazón de caracola
que, desde muy chiquita,
me repite al oído:
Regresa, regresa...

sábado, 12 de noviembre de 2016

Soy Sur




El viento del norte a veces
llega sin avisar
y te sorprende con las ventanas abiertas
de par en par.
Ya no hay remedio,
está dentro de ti.
De nada sirve que huelas verde
tras los cristales
empañados de recuerdos.
El mistral no amaina
y es tan realista que duele.
Primavera se niega
a romper el hielo sin tu ayuda.
El viento del norte
cubre de nieve fría
lo que tú creías cálido
justo en tu centro,
en ese rincón inaccesible
que nadie ha podido tocar.
Entonces hay que sacar
el sur a pasear
y abrir las venecianas
de dentro a afuera...
Volverse sur, ser sur.


jueves, 10 de noviembre de 2016

Olvido


Los recuerdos se perdían en su memoria e, incapaz de recuperarlos, olvidaba que ya no existían. Volver a ser alguien sin saber quién habías sido, resultaba tan agotador como infructuoso y prefería dejarse hacer.

No reconocía su propia casa que cada mañana era una diferente, como un laberinto sin minotauro. Tampoco aquella mujer, que lo saludaba con tanto cariño al despertar, tenía rostro para él y pensó que podía ser alguien completamente nuevo que venía y fingía que lo conocía.

Un buen día empezó a tener miedo de perderse y regresó a casa no sabe cómo. No sabía si iba o venía y, sin saber qué dirección tomar, pidió ayuda. La ciudad se desdibujó, luego el barrio, el apartamento, el salón y, al final incluso su sillón le era ajeno. Su cuerpo ya no existía tampoco porque aquellas manos no eran suyas. Las miraba extasiado mientras se movían a un ritmo lento frente a él. Los espejos dejaron de existir y, después de la ducha, veía como aquella mujer sin rostro reconocible peinaba a un hombre que lo miraba con ojos de indiferencia.

Los días empezaron a mezclarse con las noches en una danza aleatoria. Dejó de sentir hambre o sueño. Tampoco su mirada le servía para nada porque estaba perdido en un maremágnum de objetos, sombras, voces que se le mezclaban en todos sus sentidos. Y como no podía nombrar nada, callaba a gritos, como los bebés cuando llegan al mundo.


Mi pequeño homenaje a aquellas personas que, como el protagonista de este microrrelato, se desdibujan sin querer.
  
Foto de BdB: Las manos de mis padres. 

martes, 8 de noviembre de 2016

La fotografía y yo

En plena faena


Cuando hago una foto de la que me siento especialmente satisfecha, me sorprendo muchas veces pensando que quizás no habrá otras, que desde ese momento no voy a ser capaz de encontrar más imágenes bellas. Es como tener miedo a que se me desgaste el ojo fotográfico, la creatividad y el disfrute de esos segundos que ya no se repetirán. Sé que es ilógico pero, por otro lado, pienso también que, del mismo modo que capté la primera instantánea, así de repente, puede que me desconecte de un momento al otro de la siguiente foto y no haya un después. 



La verdad es que esta actividad me hace mucho más consciente de lo que me rodea y del paso del tiempo al observar cómo se mueve la luz disimuladamente, acariciando los objetos y a mí misma a su paso. Esas sesiones en las que los minutos corren más rápido que una ráfaga de fotos me hacen pensar que he encontrado mi elemento. Nado en él plácidamente perdiendo la noción del espacio de tiempo transcurrido que, en muchas ocasiones, se convierte además en un ejercicio de acrobacia para conseguir un encuadre que recoja lo que quiero. Todo ventajas.

Cuando no hacía fotos pensaba que los que las tomaban estaban perdiéndose lo que tenían delante al verlo a través de un cristal; una especie de realidad virtual o envasada. Ahora sé que se disfruta el doble o más. Estás muy presente cuando fotografías y además miras con otros ojos que, aun siendo los tuyos, ven cosas que a ti misma te sorprenden. Pero lo que me parece realmente mágico es hacer retratos. Supone una intimidad que emociona. Las personas desnudan su mirada ante el objetivo y detrás estás tú sintiendo su brillo, intensidad, inquietud, corte, fuerza, inocencia… según. Cuando fotografío a alguien le doy las gracias por permitirme hacerlo pues me parece un regalo que no se le ofrece a todo el mundo.

Hacía meses que necesitaba reflexionar sobre esto pero, como me ocupa tanto tiempo esta nueva afición, he dejado un poco abandonada la pluma. Sin embargo me doy cuenta de que estas dos actividades son complementarias para mí porque existe un lenguaje poético en las imágenes que capto, y a la vez los textos me sugieren formas, brillos, texturas. En algunas ocasiones me quedo mirando una foto y le dejo que me sugiera las palabras que le sirvan de presentación. Y no penséis que estoy loca, no. Me quedo contenta de poder conjugar ambas actividades creativas porque intuyo que me podrán acompañar siempre. 

Pienso que la vida en realidad es una ráfaga fotográfica que dura tanto como nuestra estancia en este planeta. Desde que nacemos, nuestra cámara fotográfica de doble objetivo superavanzada capta el mundo permitiendo guardar en la memoria aquellas instantáneas que resumen momentos, personas y recuerdos significativos para cada uno. Nunca ha tenido tanto sentido mi frase favorita: Somos instantes. Por ello tengo claro que seguiré captando instantáneas que no son otra cosa que fotogramas de mi propia vida. Aunque cueste creerlo, no podemos no hacer fotos cada vez que abrimos los ojos. Así pues os deseo un feliz y largo safari fotográfico.

Primer intento de foto artística con el móvil, año 2013.
                 

domingo, 23 de octubre de 2016

De corazones y fresas














Las fresas son corazones
me dices, y yo las veo
con su rojo intenso 
como nuestra pasión.
El amor nace en cada latido
me dices, y yo oigo el tam-tam 
que golpea mi pecho
llenando mis venas de tu calor.
El amor no ocupa lugar
me dices, y entonces 
me veo infinita.
En mí cabe todo:
las risas, los besos,
las flores del jardín,
los sueños prendidos en mi pelo.

El amor sabe a fruta nueva
cada mañana en mi alcoba, 
allí donde quedan las caricias,
y los tequieros al amanecer,
enredados en nuestros deseos.
Entonces te digo que
los corazones parecen fresas,
y que el infinito es pequeño
para que quepa tanto amor.

martes, 18 de octubre de 2016

TiCTaC




Tic Tac. 
Eco del silencio.
Sonidos que se repiten en un mar de tiempo.
No estoy cansada tan sólo aturdida, sedienta.
El agua del mar no se bebe, 
el agua del mar se evapora sin apagar mi sed.
No estoy en la orilla esperando
el murmullo de una voz.
Es inminente lo que sucederá
y tiemblo ante la certeza.
No serás tú quien me sacie,
ni el agua del mar,
ni el eco del silencio,
serán los latidos de mi alado corazón salado.
Tictac, ya vuelas.

jueves, 26 de mayo de 2016

Puzzle de nubes


Las nubes eran piezas que siempre encajaban entre sí pero que no formaban nada en particular. A veces se daba cuenta de que podían ser justo la pieza que le faltaba a su día. Amanecer se había convertido, desde hacía algún tiempo, en una manera de agradecer a la vida que seguía jugando con ella. Abría los ojos y decía: "Buenos días vida, gracias por permitirme otro día más en el mundo". Se preguntaba entonces si el sol se encargaría hoy de crear un ama-nacer de esos que se te graban en la retina. Ante la duda, solía levantarse y asomarse a la ventana con la inquietud de la niña que espera a los Reyes Magos, sabiendo que podía encontrar lo que deseaba o a veces lo que ni siquiera sabía que existía y que siempre había querido, o no. El cielo la sorprendía y le daba serenidad, aunque conocía a veces mañanas frías muy bravas, de colores grises y a las que les tenía un poco de respeto. Pensaba que salir a la calle en días así era una verdadera odisea ante la que no tenía ni paraguas ni abrigos suficientes en el armario. Se lanzaba entonces en caída libre y, de repente, se daba cuenta de que tenía siempre un paracaídas de reserva a punto que no había visto antes. Aunque aquellos días al volver a casa le demostraban que era más fuerte de lo que pensaba, no le impedían sentir vértigo cuando los tenía de frente. 


Esta mañana, asombrosamente, las nubes encajan con sus deseos pues visten los colores brillantes que más le gustan. Sonríe desde la ventana pensando que tiene que abrir todos esos regalos de debajo del árbol que le brinda el nuevo alba, pero antes suspira aliviada cuando toquetea en su espalda el paracaídas que ha ido confeccionando en los días grises. ¡Preparada, lista,... ya!




Gracias P. por ayudarme con el título y a ti G. por soportar la lectura de mis textos en silencio.
A ti A. por la búsqueda de música para esta entrada que nos está costando. Lo importante es el camino, ya llegaremos a la meta ;-)

Fotografía de BdB