viernes, 5 de junio de 2020

Luciérnagas




Las luciérnagas eran la señal. Ya quedaban pocas y era una rareza descubrirlas. Nunca había pensado en estos pequeños seres hasta que tú empezaste a llamarme así. Primero, me fijé en la palabra y luego en el sentido que tenían sus capacidades innatas. Una luciérnaga tiene luz propia y no necesita de nada exterior para brillar por sí misma. No tiene tampoco que hacer esfuerzos para ello, le es natural porque sale de dentro, al igual que respira o que siente el olor de la primavera. Has tenido que irte para que me dé cuenta de lo que me querías decir, después de tantas horas de conversaciones, de correos,... la respuesta a todo estaba en mi interior. Nunca me quisiste dar las claves porque confiabas en mí para descubrirlas. Sabías que llegaría el día en el que, de repente, comprendiera lo que es invisible y sin embargo se puede ver. Sí, todo está en mí y al mismo tiempo soy una parte del todo. No hay cortes, ni muros de metacrilato entre la inmensidad y yo. Siempre decías que estábamos conectados y ahora comprendo que lo vamos a seguir estando pase el tiempo que pase. No noto tu vacío porque no lo hay. Seguiré serena aprendiendo a tu lado y confiando en mi luz y en la de los demás. Amor incondicional y atemporal. Gracias.

A mi maestro. Sin ti no sería la misma.



Foto de Barbara Ann Lane. Descarga gratuita. Gracias

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