Esto
de escribir tiene su parte de magia, yo así lo creo. No hay
método, y cada cual lo hará de una manera diferente, que solo a él
le funciona. La forma que de momento utilizo es la de la escritura
espontánea. Empiezo anotando todo lo que me pasa por la cabeza sin
pensar. Entonces, frases inconexas emborronan la pantalla del
ordenador. Es algo así como cuando se vacía un bolso sobre una cama que sale
de todo, no nos engañemos. Palabras sueltas, versos en busca de un
poema, retales de canciones, … hasta que de repente, sin saber de
dónde, surge un texto.
Has echado la caña y, además de pescar la
típica bota, esa que siempre aparece en los dibujos animados, notas
que al final del hilo del sedal se mueve lo que andabas buscando a
ciegas. La primera frase te resuena y hace que te centres en ella
como un niño en su juguete nuevo. A partir de ese momento, todo
parece más sencillo, pero solo lo parece.
Ahora, si te concentras, van surgiendo otras ideas
encadenadas, personajes que quieren salir del agua, sueños de una
infancia que ni siquiera es la tuya, como la hebra que sale del
centro de un ovillo. Tienes miedo de que sea demasiado corta o de que
se rompa y no te lleve a ningún sitio y, por ello, tiras de ella con
precaución. Te va contando cosas que tú misma no sabías que
estaban tan bien organizadas en tu cabeza. Te sorprendes jugando con
las palabras, las frases, los párrafos. Y la historia va creciendo
ante tus ojos de forma natural, como un árbol. Hasta que de repente
lo sientes, sientes que tu trabajo ha acabado y que cada palabra está
donde quiere estar, en su sitio. Aunque eres tú la que lo
construye, tienes la sensación de que el relato te ha utilizado
para cobrar forma. Piensas que estaba esperándote en algún sitio de
tu cabeza deseando salir a pasear, a un bosque de bambú o a una
simple página en blanco. Y aquí lo tenéis, este recién nacido que
se explica a sí mismo y a mí de dónde vienen él y sus hermanos. Ahora
comprendo perfectamente cuando algunos escritores de reconocido
renombre hablan de que para escribir hay que ponerse todos los días,
rodeado de musas o no. Es la única manera, algo así como:
comer, escribir y rascar, todo es empezar…
Y me
voy, que este texto dice que ya no le hago falta.
Foto de BdB
Foto de BdB
No hay comentarios:
Publicar un comentario