lunes, 16 de junio de 2014

De lluvia y camaleones

Hoy ha sido un día de lluvia y camaleones. De presentimientos (sin pre) recién nacidos. De encuentros (sin enr) inacabados en un verano que añora aún más verano.

Las palabras que salen solas desde esa parte del corazón llena del aroma al limón recién cortado. No son amargas sino más bien cálidas y suaves, deliciosas. Las palabras que van y vienen, que no permiten que el aire se llene de silencio, que temen que, de no estar ellas, no haya explicación a pie de foto, como en el cine mudo, el cine Exín.

Y en el paseo se saborea el mar desde esta orilla pero no se toca, no se oye, sólo se mira, se sueña. Entre tanto las risas y los comentarios sobre armarios a rebosar de cosas que sí y otras que por si acaso. Ese tipo de acaso que la mayoría de las veces nunca llega porque no ni es una posibilidad siquiera. Y entonces, al final del día, comienza a oler a camaleones y lluvia por todos los rincones en una danza de imágenes que vienen y van como las palabras, deliciosas.




Este escrito lleva 2 años guardado en la recámara. Recoge una tarde rodeada de amigos muy especiales que entonces, ahora y siempre seguirán siéndolo. Ellos saben quiénes son. Es simplemente un juego de palabras que nacieron así del tirón y que me parecen poéticas. Ahí quedan.