domingo, 14 de julio de 2013

Los vencejos son para el verano

Vencejo volando a las espaldas de la Parroquia de la Asunción de Hellín

“Voy a ver cómo vuelan los vencejos”, dijo de repente. Y yo lo seguí hasta el balcón de casa de nuestros padres. Al salir me di cuenta de que el cielo estaba lleno de cientos y cientos de ellos. Aquellos pájaros se movían en una danza infinita imposible de repetir. Tejían en el cielo palabras ilegibles y dibujos abstractos que hablaban de libertad. "Volar y volar así debe ser una sensación embriagadora"- me dije.

En casa los llamamos aviones aunque creo que el idioma se equivoca y sería más acertado llamar a estos últimos vencejos. Su vuelo es tan perfecto que el hombre aún no ha logrado plagiarlo.

“Cuando era pequeño me salía a la terraza de la casa vieja a mirarlos. Era uno de mis pasatiempos favoritos”. Nunca me lo había dicho y me supo a secreto recién desvelado y a arrebato de celos por no haber compartido con él esos momentos tan mágicos. A esa edad la mente viaja más rápido que la realidad y se crean universos paralelos en la imaginación. ¿Cómo habrían sido nuestras conversaciones? Dos niños mirando al cielo en una tarde de junio, maravillados ante la naturaleza.

“¿Por qué te gustan tanto?”- le pregunté, a bocajarro. Mi hermano, con la tranquilidad que le caracteriza, después de pensarlo unos segundos, dijo: “La verdad es que no lo sé”. Creo que en realidad lo que me quería decir era que no hacía falta contestar porque ante nosotros estaba la respuesta con toda su belleza. A veces queremos que nos digan lo que se cae por su peso y hacemos que se pierda la magia de los silencios.

Así que me callé y me dediqué a observar el espectáculo sobre el jardín. Sentía que era cierto, yo también los había observado y escuchado desde pequeña pero no lo sabía. Su sonido anunciaba exámenes y final de curso y, lo que era aún mejor, vacaciones, tardes de juegos con los amigos, agua, sol y horas de sueños interminables.

Entonces me contó datos curiosos sobre ellos y yo me hice niña para comprenderlos mejor, porque la imaginación suele decrecer a medida que crecemos, algo que no llego a entender. ¿Será que me estoy haciendo mayor?


Dedicatoria: Las fotos de hoy son del protagonista de este relato, mi hermano Jesús. Con él he compartido momentos muy intensos y sé que aún nos quedan muchos más. Gracias por mostrar tan fácilmente a tu niño, es maravilloso. ¿Seguimos jugando?


Vencejos en la Ermita del Rosario de Hellín
 

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