Mujer-burbuja feliz |
Como no podemos controlarlo, negamos el tiempo, al igual que hacemos con otras muchas cosas. Lo etiquetamos como bueno o malo y queremos que se adapte a nuestra temperatura corporal sin más, porque sí. Nos creemos termostatos andantes. Si tengo calor, frío, llueve, hace aire entonces el día es horroroso, como si el pobrecito tuviera la culpa de algo.
Ahora no podemos transpirar porque perdemos el glamour cuando aparecen esas antiestéticas manchas en la ropa. Alcanzamos extremos curiosos, antiecológicos y de juzgado de guardia: ir en invierno de manga corta y en verano con una manguica para andar por casa. Sinceramente no lo entiendo. Cada vez nuestro termostato es más exigente y nos incomoda que no sea siempre un perfecto día de primavera. Entonces las conversaciones se dirigen enflechadas a dar caña al tiempo. Parece que no existe nada más en nuestras vidas que la temperatura, algo totalmente incontrolable. Reaccionamos como niños a los que no se le cumplen todos sus deseos: nos cabreamos, nos ponemos tristones o irascibles, pasamos a refunfuñar y, en nuestra rabieta, no razonamos.
De seguir esto así, el ser humano involucionará perdiendo sus sistemas de refrigeración y calefacción de serie porque los estamos dejando de usar. Si una vez perdimos el vello (bueno, no todos), ¿por qué no podría pasar lo mismo con las glándulas sudoríparas, por ejemplo? Con inventar un sistema personalizado de control de temperatura, problema resuelto. Y ni que decir tiene de la erradicación de las guerras del grado arribaabajo que se dan en los espacios comunes. ¡Vamos, todo ventajas!
Los humanos no somos habitantes de primera clase en la Tierra porque aquí no hay categorías posibles, estamos todos en el mismo barco. No podemos no estar en contacto con la naturaleza pues, por mucho que la neguemos, somos ella. De nada valen los caparazones que nos aislan de nuestra esencia. Por favor, si el futuro es ser mujer-burbuja, que me quede como estoy.
Los humanos no somos habitantes de primera clase en la Tierra porque aquí no hay categorías posibles, estamos todos en el mismo barco. No podemos no estar en contacto con la naturaleza pues, por mucho que la neguemos, somos ella. De nada valen los caparazones que nos aislan de nuestra esencia. Por favor, si el futuro es ser mujer-burbuja, que me quede como estoy.