lunes, 18 de junio de 2012

La primera vez


Nos configuramos sumando todas las primeras veces vividas
Siempre hay una primera vez... para todo. Últimamente, no sé si llevada por la edad que me hace mirar al pasado con otros ojos, me ha dado por recordar hechos que fueron únicos por ser los pioneros. No, no penséis mal, por supuesto que hay una "primera vez" pero, tranquilos, que no va a ser la protagonista de esta entrada.

En esas ocasiones en las que tu experiencia se regenera al descubrir algo nuevo, se produce una reacción que te despierta porque, para unos seres tan rutinarios como nosotros, lo que rompe nos descoloca y a la vez nos permite seguir aprendiendo. Es con la satisfacción de pasar a una nueva fase, con lo que se construye todo. 

A quien me conoce desde hace tiempo no le extrañará saber que fui incapaz de hablar delante de un grupo de desconocidos hasta pasados los veinte. Fue en una clase en la facultad. Ante una pregunta al aire del profesor, un resorte me hizo levantar la mano y ponerme colorada como un tomate, o incluso puede que fuera al revés. Contesté y escuché mi voz como en off, como si no fuera mía. Di la respuesta correcta y en aquel momento comprendí que tenía cosas interesantes que decir. Podría haberme callado por miedo, pero estoy segura de que esa situación me ha hecho llegar en parte hasta donde me encuentro hoy.

La primera vez que conduje fue más traumática. Era una niña pequeña porque recuerdo que aun estando de pie en el 2 CV de mi padre, mi cabeza no sobresalía por el salpicadero. No sé cómo ni por qué pero accioné el freno de mano mientras jugaba en el coche. Nos encontrábamos en el monte y el vehículo empezó a rodar dando un gran susto a mis padres que corrieron detrás de mí como posesos. Me pregunto si tal vez por eso me costó lanzarme a conducir, algo que ahora me gusta y me relaja.

Tener un hijo, el primer amor con beso incorporado, la panda de amigos, ver el mar, perder a un ser querido, ese viaje sola, ... suponen momentos iniciáticos a partir de los cuales ya no eres la misma. Entonces ya eres tú + tu circunstancia como diría Ortega y Gasset y, a partir de ahí, no hay posibilidad de retorno. Da vértigo pensarlo, ¿no?

1 comentario:

  1. Habré sido la primera en leerlo?.

    Gracias Bosque de Bambú, gracias Luz, mi amiga.

    Un beso.

    Carmen.

    ResponderEliminar