sábado, 26 de marzo de 2011

Saber a mar

Microrrelato

Cerré los ojos mientras la brisa me acariciaba el rostro al mismo tiempo que tu mano. ¿Cómo puede ser tan sutil el roce de la piel? Hubo un momento en el que dudaba sobre quién o qué me tocaba exactamente. El enamoramiento es algo efímero como el humo, dijiste y salí sin más de mi ensoñación. Sí, pero el amor es duradero como el mar que, con mayor o menor intensidad, vuelve incansable a bañar la costa. Nos encontrábamos justo en ese estadio en el que las llamas no eran tan intensas como al principios y rincones de nuestra historia empezaban a ser menos cálidos y cómodos. Una sonrisa cómplice nos dejó sin palabras, no eran necesarias. Ambos sabíamos que se abría ante nuestros ojos esa encrucijada a la que inevitablemente llegan todas las parejas  a pesar de no contar con señalización alguna. Nos acurrucamos el uno en el otro ajenos a que el mar nos traía la respuesta en cada ola y al besarnos sabíamos a mar, amar...


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