Tenemos tiempo para todo siempre y cuando le demos a cada cosa su importancia. Puede que nos pasemos horas y horas preocupándonos con historias que ya han pasado, que van a suceder o quizás no. Mientras estamos en esos menesteres perdemos oportunidades, nos comemos las meninges y para colmo la vida nos pasa sin rozarnos.
No quiero decir que esas cavilaciones no sean vivir, qué va. Me refiero simplemente a que se parece más bien a un modo de hacerlo tan virtual como un juego de ordenador. Nos montamos historias que ya nos hemos contado miles de veces, las recreamos y nos las recreemos. Volvemos a subir al mismo escenario que dejamos la última vez que actuamos en la misma película: nos enfadamos, nos enamoramos de nuevo, nos ponemos tristes en un espacio y con unos personajes con los que no podemos interactuar. La historia está a estas alturas tan manida como la de La Caperucita Roja, pero no nos cansa. Nos gusta meternos en el papel que nos tocó vivir una y otra vez o en que el nos gustaría estar en un futuro hipotético. Incluso si hace daño, si te corta o te acelera la respiración, nos metemos allí sin reservas, al cien por cien.
Cada uno elegimos a lo que dedicamos cada minuto, cada pensamiento, cada década,... Espero que la vida no sea eso que pasa por nuestro lado mientras estamos ocupados haciendo otra cosa.
El tiempo en nuestras manos |
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