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Nos hemos alejado de lo que somos, me lo dijo ayer un pajarito.
Me
levanté al alba y llovía, una de esas lluvias aterciopeladas que
acaricia lo que toca. Entonces, en un charco improvisado, lo vi. Danzando en un
ritual de purificación, el mirlo zambullía su cuerpo en
el agua recién caída, una y otra vez. Para él aquello era el
cielo en el que mirar su reflejo y lavar sus plumas cansadas. Bailaba para recibir el día. Era el
niño que se da el primer baño del verano en el mar y juega sin más con
las olas. Para él, son siempre nuevas aunque se repitan desde el origen de los tiempos.
Allí estaba, sin importarle que lloviera, que el charco fuera a desaparecer, que hiciera frío o que el día intentara abrir los ojos de la ciudad que aún dormía. Era la naturaleza en estado puro y yo simplemente tomaba un té resguardada en la cocina.
Allí estaba, sin importarle que lloviera, que el charco fuera a desaparecer, que hiciera frío o que el día intentara abrir los ojos de la ciudad que aún dormía. Era la naturaleza en estado puro y yo simplemente tomaba un té resguardada en la cocina.
Y tú cada vez éstas más cerca de ser lo que eres ... persevera :-)
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