Hace un par de meses, en unos de esos momentos de lucidez, me asaltó de repente esta idea: dedicamos muchísimo tiempo de nuestras vidas a pensar exactamente lo mismo. Es una especie de ritual que nos da una "falsa" seguridad, como esas rutinas que les creamos a los bebés, para que todo sea previsible y encaje. Es decir, ante los mismos estímulos, las mismas respuestas. Si observamos nuestra lista de pensamientos mañaneros, por ejemplo, podemos ver que la variedad no es lo que más abunda. Normalmente nos proyectamos en el futuro inmediato y, mientras nos duchamos o desayunamos, nuestra mente se recrea en lo que hipotéticamente nos va a pasar en vez de deleitarnos y saborear lo que nos rodea. ¿Cuántos días aparecemos en el trabajo sin recordar lo que nos ha pasado en el recorrido? En esos trayectos con teletransporte incluido es como si nos hubieran llevado con los ojos vendados. Llegamos gracias a ese GPS interno que en momentos así, afortunadamente, todos tenemos incorporado de serie.
Hemos grabado a fuego nuestro cerebro pasando machaconamente por los mismos circuitos. Me recuerda esto a los antiguos discos de vinilo que eran imposibles de regrabar porque las hendiduras que recorría la aguja estaban premarcadas. Debías entonces conformarte con escuchar siempre lo mismo, te gustara o no, incluso, si se pasaba de moda, el cantante en cuestión no alteraba en nada su repertorio. Pero quedarme con esta comparación sería muy derrotista y para colmo no respondería en absoluto a la realidad ni a las posibilidades que nos brinda nuestro cerebro. Las últimas investigaciones están demostrando que las neuronas siempre siguen abiertas a nuevas sinapsis, a nuevos aprendizajes, así pues, tengamos la edad que tengamos las podemos ejercitar. Nuestra mente es flexible y dinámica de tal forma que lo que hemos grabado en ella se puede variar, si queremos. A veces, un buen "reseteo" en algunos archivos que están forzando el sistema a pensar cosas negativas no nos vendría nada mal. Si en un momento determinado de nuestra historia personal fuimos capaces de crear los enlaces que nos hacen tener pensamientos negativos ante determinados estímulos, ¿por qué no vamos a poder reformular lo que nos llega para poder ver la realidad con todos sus colores y no siempre tamizada con los mismos filtros distorsionadores aprendidos?
Si somos conscientes de la plasticidad de nuestro cerebro, no podemos hacer otra cosa que sonreír y aprender a manejarla. El dejarse ir, el hacer las cosas porque siempre se han hecho así, el decir y pensar lo mismo una y otra vez son una opción, pero ¿quién quiere un disco de vinilo pudiendo contar con un CD regrabable?
No hay comentarios:
Publicar un comentario